Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum ES

Log in
updated 11:54 AM UTC, Mar 20, 2024

LA CUARRESMA Y MIÉRCOLES DE CENIZAS

La Cuaresma puede tener un significado diferente para cada uno de nosotros. Nuestras experiencias, nuestra formación, nuestras necesidades y los que Dios suscita en el corazón nuestro, hace que vivamos con una sensibilidad diferente este camino que como comunidad eclesial iniciamos hoy.

La liturgia nos invita a concentrar nuestra mirada en nosotros mismos, a mirarnos por dentro y a ver el modo en que estamos viviendo nuestras relaciones, con nosotros, con Dios y con los demás. Francisco de Asís, vivía con particular devoción esta cuaresma. Reconocía la necesidad de dedicar un tiempo a solas con Dios, para ver cómo estaba viviendo, ver cómo estaba siguiendo el llamado de Dios y cómo estaba sirviendo a los que más necesitaban de misericordia y compasión.

El camino cuaresmal tiene una meta concreta, la Pascua. Como decía el Beato Carlos Manuel Rodríguez, puertorriqueño: “Vivimos para esa Noche”. Nuestra vida está orientada hacia la Pascua, hacia el encuentro con el Cristo Resucitado. Nuestra oración, nuestro esfuerzo, nuestra caridad tienen sentido si tenemos nuestro horizonte claro: llegar a la Pascua, encontramos con el Dios vivo.

La liturgia de hoy nos habla de tres acciones concretas: dar limosna, orar y ayunar. Esto me lleva a pensar en la necesidad de mejorar mis relaciones conmigo mismo, con Dios y con el prójimo. De este modo, esta cuaresma puede ser una invitación para retomar el camino de conversión personal. El ayuno debe llevarnos al esfuerzo de dejar todo aquello que me impide avanzar en mi proceso de crecimiento humano y espiritual.

La cuaresma es también un tiempo de oración atenta. El Señor le dice al profeta Joel: “Volved a mí de todo corazón” (Jl. 2,12). Todos tenemos nuestros momentos de oración personal con Dios, nuestros lugares y momentos preferidos para estar a solas con Dios. No podemos dejar que las distracciones de la mente, de nuestro trabajo, etc., nos vallan debilitando esta relación importante con nuestro Señor.

La cuaresma es, además, un camino hacia el otro. Sobre todo, hoy, en este tiempo de sufrimientos, de pandemia y de guerras, se hace indispensable compartir nuestra limosna. Pero no se trata de dar el dinero que nos sobre, sino de dar de nuestro tiempo, de brindar una mirada, un saludo, una palabra a quien tienes cerca, a quien sufre en soledad, a mi prójimo.

El Papa Francisco nos dice hoy que no podemos cansarnos, que hay que continuar nuestro camino, amándonos y amando, recibiendo de Dios y compartiendo con los otros. “No nos cansemos de obrar el bien, que a su debido tiempo podremos cosechar, si no desfallecemos” (Gal. 6, 9).

Fr. José Ángel Torres, OFMCap

(Vicario General)