Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum ES

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updated 11:54 AM UTC, Mar 20, 2024

Mons. Francisco Javier Toppi

Mons. Francisco Javier Toppi OFM Cap., Venerable

En un brevísimo tiempo, poco menos de 9 años, desde el 4 de junio de 2013, con el envío de un pedido para la instrucción de la Investigación diocesana para recoger los testimonios y la correspondiente documentación, al 20 de enero de 2022, con la publicación, luego de la aprobación del Santo Padre Francisco, del Decreto super vita virtutibus, Mons. Francisco Javier Toppi, fraile capuchino y Arzobispo Prelado de Pompeya, realizó un paso decisivo en el camino canónico previsto para las Causas de beatificación y canonización.

Esto significa que Mons. Toppi vivió de modo “heroico” las virtudes teologales y cardinales y también las de su estado de vida consagrada, de sacerdote y obispo y, al mismo tiempo, se le confiere el título de Venerable.

El Decreto super virtutitbus, además, abre el camino para la presentación de un hecho extraordinario, es decir, no explicable científicamente o, dicho más simplemente, un milagro atribuible a su intercesión. Recogidas las pruebas y la documentación pertinente con la prevista investigación diocesana, la Congregación para las Causas de los Santos examinará y estudiará el caso a través de peritos expertos en la materia en examen. Si, al término del itinerario previsto se llegara a la declaración de que el caso presentado no es explicable científicamente y que sea atribuible a la intercesión del Venerable, se procederá al rito de la beatificación.

Un milagro que a aún hoy no existe o, mejor dicho, del cual todavía no se tiene noticias, ¡pero que podría estar ya en camino!

Mons Fracesco saverio Toppi

Notas biográficas

Mons. Francisco Javier Toppi fue Arzobispo Prelado de Pompeya e irradió la alegría de ser cristianos hasta el último día de su existencia. Su persona, su sonrisa siempre acogedora, la fe en Cristo crucificado y resucitado, su amor total e incondicionado por María, por la Iglesia y por los pobres fueron constantemente el centro de su humanidad y de su vocación sacerdotal. De hecho, Mons. Toppi, desde su más tierna edad, siente el deseó de una entrega total al Señor Jesucristo.

Nacido en un paraje rural, Brusciano, en la Provincia de Nápoles, el 26 de junio de 1925, en una familia de tradición campesina, sana y de fe robusta, vive su infancia con tal vivacidad como para ser amado por los hermanos y hermanas, e incluso generando una preocupación por las travesuras que organizaba de pequeño. La exuberancia del su carácter y su vivaz inteligencia a temprana edad, se presentan perturbador en el ordenado mundo de los adultos. Brillante en los resultados escolares, expresa durante su preparación a la primera comunión, la decisión de hacerse “monje”.

Se trata, de hecho, de una decisión que ni la familia, que lo conocía como imprevisible a causa de las continuas bromas, le da alguna importancia: “¿Vicente monje? ¡no es posible!”.

En cambio, el 19 de octubre de 1936 fue acogido en el seminario seráfico de Sant’Angelo de Sorrento y, en 1940, termina los estudios secundarios en el seminario episcopal de Pozzuoli. Continúa los estudios preparatorios en Avellino y en Nola donde, entre 1944 y 1948, completa los estudios teológicos. En el mismo año 1940 es recibido en el noviciado de los Frailes Menores Capuchinos y el 7 de julio de 1946 emite la profesión perpetua. Recibe la Ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1948.

El estudio y, posteriormente, la enseñanza, lo ven en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se doctora en Historia Eclesiástica. Su humanidad, que ya de niño lo hacía amar a todos, es como si hubiera madurado maravillosamente encausando sus exuberancias infantiles en la estela de la fe y la cultura.

Culto, intelectual refinado, se diploma en Biblioteconomía y Archivística. La Orden le confía servicios de responsabilidad y de autoridad que acepta en su estilo de pura obediencia empeñándose con gran humildad. Enamorado de Cristo, vía maestra para el conocimiento del Misterio trinitario, hace de Él el centro y la referencia de todo pensamiento, palabra y acción.

Celebrar el Misterio eucarístico será para él, hasta el último día, el don maravilloso puesto en las manos del sacerdote que hace temblar. Atrapado por el Misterio, a veces, se sumerge en la contemplación tanto de hacer durar mucho más de tiempo la celebración eucarística. Invitado a reducir el tiempo, obedecerá viviendo en la renuncia una corrección del propio egoísmo.

Muchas veces, celebrando el Sacramento de la Reconciliación, está de tal modo absorto del Señor, que casi comprende que no es él quien habla. Ante estos fenómenos su gran sufrimiento es el temor por engañarse a sí mismo y sobre todo a las almas. Se aconseja con algunos Directores y Maestros de espiritualidad: don Dolindo Ruotolo lo tranquiliza diciéndole que en él obra Dios. La seguridad de estar en la voluntad de Dios le viene también del jesuita padre Cappello, de Mons. Pasquale Mazzone, del vocacionista padre Nicola Assouad y del padre Guiseppe Galasso. Todos responden del mismo modo: “Queda tranquilo… piensa en amar a Jesús y no te preocupes de nada”, “Aquí está el dedo de Dios”, “No puedes oponerte”, “Deja obrar al Señor”. En la primavera de 1956 el padre Francisco tiene un encuentro con el padre Pío en San Giovanni Rotondo al cual le siente repetir las mismas seguridades de los otros sacerdotes. El fraile de Pietrelcina lo quiere como a un hijo espiritual: le seguirán otros luminosos encuentros.

Siendo Provincial de los Frailes Menores Capuchinos de Nápoles desde 1959 a 1968, en el cumplimiento de su oficio se embarca varias veces a América Latina y al África. En Brasil abre una misión, hoy Provincia, en el sur del Estado de Bahía.

Nombrado Ministro Provincial de Palermo desde 1971 a 1976, en un momento de dificultades y crisis de relaciones internas en la Provincia palermitana, aún con riesgo de la propia vida, logrará, con la oración, la dulzura y la humildad, reconducir la fraternidad capuchina a la unidad y la concordia. Volverá al silencia del anonimato, hermano entre los hermanos, sin perder nunca la sonrisa que es transparencia de la luminosidad y profundidad de su espíritu y de la dedicación a todos aquellos que encontraba. Encuentros importantes y duraderos como los que tuvo con Chiara Lubich, cuyo ideal de unidad signará profundamente la espiritualidad del padre Francisco Javier, Silvestra Tirri, Mons. Aurelio Signora, M. Anna María Cànopi, la Sierva de Dios Nina Lolli y Nina Lanza. Con todos tendrá una fructífera fraternidad espiritual.

El 13 de octubre de 1990 el Santo Papa Juna Pablo II lo nombra Arzobispo Prelado de Pompeya y Delegado Pontificio para el Santuario Mariano. Recibe la Ordenación episcopal de S.E.R. el Cardenal Michele Giordano, Arzobispo de Nápoles, el 7 de diciembre de 1990 en Pompeya. La alegría de encontrarse en un Santuario Mariano y el justo temor por el encargo recibido, lo acompaña a la meta. Se presenta en el lugar de la Ordenación Episcopal sin ningún signo exterior de riqueza.

El estilo de vida pobre de “fray” Francisco Javier continuó también en el “obispo” Francisco Javier.

En el año 2000, en conformidad al canon 401 §1 del Código de Derecho Canónico, renuncia al gobierno de la Prelatura de Pompeya, renuncia acogida por el Santo Padre el 17 de febrero de 2001.

Leyendo sus escritos y escuchando a aquellos que lo conocieron, se encuentra, en la unanimidad de los testigos, a un hombre lleno del Espíritu Santo que transcurrió su existencia en el empeño por hacer espacio en su vida a Jesús, para aprender de Él a mirar la realidad con los ojos del Padre.

Su dies natalis es el 7 de abril de 2007. Por su voluntad será sepultado en la cripta del Santuario de la Bienaventurada Virgen de Pompeya para hacer de “pedestal subterráneo al trono de María”.

Fr. Carlo Calloni, OFM Cap.
Postulator General    

Modificado por última vez el Sábado, 22 Enero 2022 23:48